“Bienvenido. Entra, no seas
tímido. Curiosea todo lo que quieras. Como ves, hay mucho donde elegir. Que no
te engañen tus ojos, estos objetos pueden parecer corrientes, pero son
especiales; todos ellos tienen alma. Son
una rareza, un verdadero tesoro. Poseen el poder de hacer realidad los
sueños de sus propietarios. Pero debo advertirte: las pesadillas también son
sueños. Si adquieres uno de estos objetos, será bajo tu propia responsabilidad.
Es mi deber avisarte.
Bien, veo que mis advertencias no
te harán cambiar de opinión. Suele ocurrir, cuando un objeto te encuentra y te
elige. Enhorabuena, ahora te pertenece. Hasta el final. Espero que lo
disfrutes.
Una última cosa, antes de que te
marches: si llega el momento en que te arrepientas de haberlo adquirido, no
vengas a reclamar. No se admiten devoluciones”.
Después de este estupendo texto de Bea Magaña para
la contraportada del libro, ¿cómo no atreverse a profanar este sórdido desván
que os planteamos los chicos de La Pastilla Roja? Cuando aún seguimos
disfrutando de las buenas críticas y las estupendas ventas del “No eres
bienvenido” en los eventos literarios y en las librerías online, por fin
lanzamos oficialmente el tercer título de la editorial, “Bueno, bonito…
¡Maldito! No se admiten devoluciones”. Y en uno de los mejores escenarios
posibles como es la librería Gigamesh de Barcelona, arropados por muchos
compañeros del mundillo y por decenas de desconocidos que fueron tentados por
la llamada de nuestra particular “cacharrería”. Porque en esta ocasión, nuestra
temática ha ahondado en esos objetos peculiares, cotidianos y a simple vista
inofensivos, que estamos tan acostumbrados a ver por nuestros hogares, en
desvanes, anticuarios… de los que muchas veces no somos capaces de discernir su
procedencia, ni mucho menos averiguar su pasado o si esconden algún tipo de
maleficio, secreto, misterio… Y hasta ahí podemos leer. Que seáis vosotros,
amigos lectores, quienes descubráis las increíbles historias que se hallan en
estas páginas. Solo una advertencia; si sois lo suficientemente intrépidos como
para atreveros a bucear en ellas, también habréis de serlo para luego no venir
a reclamar. Porque, como muy bien dice nuestra fiel e implacable correctora, no
se admiten devoluciones.
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